En realidad, el descubrir que alguien corresponde a nuestro amor debería desilusionar al amante acerca del ser amado.
Es mucho más fácil llegar a odiar a alguien a quien antes has amado, que a alguien por quien nunca has sentido nada en absoluto.
El amor trasciende a la persona física del ser amado y encuentra su sentido en lo mas profundo en el ser espiritual del otro, en su yo intimo. Que este presente o no, que este viva o no de algún modo pierde su importancia.
Lo que alguna vez hemos disfrutado, nunca lo perdemos. Todo lo que hemos amado profundamente se convierte en parte de nosotros mismos.
El amor no quiere ser agradecido ni quiere ser compadecido. El amor quiere ser amado porque sí y no por razón alguna, por noble que ésta sea.
Los que odian más fervientemente deben haber amado alguna vez profundamente; los que quieren negar el mundo deben haber aceptado alguna vez aquello a lo que ahora prenden fuego.
El amor es, sin duda alguna, lo que puede hacer comprender la eternidad; el amor confunde todas las nociones del tiempo; borra las ideas de principio y de fin; cree haber amado siempre al objeto querido. ¡Tan difícil parece el imaginar que se haya podido vivir sin él!
Cuando nos acordamos de algunas personas que hemos amado no hacemos, a veces, la diferencia entre lo que ellas fueron para nosotros y lo que nosotros habíamos querido que fueran.
Funcionalismo, palabra ingrata, nacida bajo otros cielos que los que siempre hemos amado recorrer, allí donde el sol es señor.