A un alma se le mide por la amplitud de sus deseos, del mismo modo que se juzga de antemano una catedral por la altura de sus torres.
A un alma se la mide por la amplitud de sus deseos, del mismo modo que se juzga de antemano a una catedral por la altura de sus torres.
Conocer los propios deseos, su significado y sus costes, requiere la más alta virtud humana: Racionalidad.
No nos hemos de hacer esclavos de ambiciones y deseos que no tenemos y que los mediocres nos sugieren para dominarnos.
Nadie tiene más posibilidades de caer en el engaño que aquel para quien la mentira se ajusta a sus deseos.
Los hombres tienden a plantear sus deseos ante quienes consideran que es milagrosamente superior a ellos, por una vía de fe o por otra.
Los hombres tienden a plantear sus deseos ante quien consideran que es milagrosamente superior a ellos, por una vía de fe o por otra.
Cara a cara con este hombre que es "diferente de él", el blanco necesita defenderse. En otras palabras, necesita personificar al otro. El otro se convertirá en la mayor de sus preocupaciones y deseos.