Es detestable esa avaricia espiritual que tienen los que sabiendo algo, no procuran la transmisión de esos conocimientos.
El amor por algo o por alguien puede tener una contrapartida siempre alejada de la indiferencia: desamor u odio hacia quien no piensa igual o no corresponde a esos sentimientos.
Los corazones femeninos son como esos pequeños muebles bargueños, llenos de cajoncillos encajados unos con otros; después de lastimarnos y de rompernos las uñas en ellos, hallamos en el fondo alguna flor seca, vilanos de polvo, o bien !el vacio¡.
Es durísimo mirar al espejo. No se ve nada. Pero aquí tenemos un buen espejo, uno de esos que te hace parecer alto y delgado, de los que compras en una tienda de baratillo.
Vigila tu vida y no renuncies por nada a tu albedrío; no imites a esos malos comediantes que sólo pueden cantar en el coro. El hombre es un aprendiz, y el dolor es su amo.
No pido disculpas por esos años de sexo; me atraía saltarme las normas y ser rebelde. Si un hombre puede hacerlo, yo también.
La gente goza de tan poca fantasía que tiene que recoger con ansia unos de otros esos pequeños adornos de la conversación. Son como traperos o colilleros de frases hechas.
Cuando la derrota viene, acéptalo como una señal de que tu planes no son sólidos, reconstruye esos planes y embárcate otra vez hacia tu meta codiciada. Si te rindes antes de que tu meta haya sido alcanzada, eres un "perdedor"
Todo empieza por comprender que son las cosas pequeñas que hacemos todos los días, esos actos aparentemente insignificantes, los que, en el transcurso de una vida, suman un gran gesto, una existencia trascendente.
Se trata de un justo juicio de Dios sobre esos miserables bárbaros, que han ensangrentado sus manos con tanta sangre inocente.
Todos esos oportunistas que se llaman socialistas pueden irse. ¿Son acaso algo más que un desecho que la historia arrojará al cesto de la basura
El hecho de que millones de personas compartan los mismos vicios no convierte esos vicios en virtudes.
Cada beso llama otro beso. ¡Con qué naturalidad nacen los besos en esos tiempo primeros del amor! Acuden apretándose unos contra otros; y tan difícil sería cortar los besos que se dan en una hora, como las flores de un campo en el mes de mayo.
Los ingleses ultrajan a los escoceses; los franceses a los bretones; los castellanos a los gallegos. Y todos esos ultrajes no son más que un reconocimiento tácito del "carácter nacional"