Sólo las bestias pueden vivir sin libertad. No así el hombre, cuya condición hace necesaria ésta, a la que podría llamarse aire del alma.
Los que aman sólo una vez en su vida son realmente los superficiales. Lo que llaman constancia y fidelidad podía llamarse letargia de la costumbre o falta de imaginación.
Una revolución no es digna de llamarse tal si no prodiga el mayor cuidado posible a los niños, la futura generación para cuyo beneficio se llevó a cabo la revolución.
La manera esencial que distingue a un hombre digno de llamarse así es la perseverancia en las situaciones adversas y difíciles.
La educación de las mujeres hasta aquí podría llamarse, sin mucha violencia: Arte de perder el tiempo.