El hombre debería observar, más que el esplendor del firmamento de bardos y sabios, el rayo de luz que atraviesa su alma desde dentro.
Con los enemigos hay tres soluciones: apartarse de ellos, que es de perezosos, convertirlos en amigos, que es de sabios, y eliminarlos como sea, que es de bribones, políticos, sectarios y guerreros.